Pretende legalizar no sólo el consumo sino el cultivo de marihuana en referendo, el 2 de noviembre.
Si bien los ojos están puestos en la posibilidad de que los demócratas en Estados Unidos pierdan el control del Capitolio en las elecciones legislativas este próximo 2 de noviembre, hay otro tema trascendental, y de repercusiones mundiales, que le quita al sueño a más de uno.
Ese día California, el estado más grande del país, irá a las urnas para decidir si legaliza tanto la producción como el consumo de marihuana para su uso recreativo. Bautizado como "Acto para Regular, Controlar y cobrar Impuestos al Cannabis", o Proposición 19, la iniciativa permitiría la posesión legal de hasta 1 onza de la droga al igual que el cultivo de pequeñas parcelas para uso personal.
Así mismo, autorizaría a los gobiernos locales del Estado imponer impuestos y regular su venta y distribución.
Palabras mayores para un país que lleva más de 30 años librando una costosa y mortífera "guerra contra las drogas" en la que ha embarcado a medio planeta. A estas alturas no es claro si la 19 pasará el examen de las urnas. Las últimas encuestas dan un empate técnico entre el SI y el No. Un promedio de sondeos indica que el 46 por ciento votaría favorablemente mientas que un 47 por ciento se opondría.
Aún así, el tema no ha pasado desapercibido y tiene a la sociedad partida en dos. Los proponentes de la iniciativa la defienden por dos frentes que han resultado muy atractivos para un sector del electorado.
Anualmente la venta de la droga, pese a su ilegalidad, genera unos 14 mil millones de dólares que van a parar, en gran parte, a las arcas de narcotraficantes mexicanos.
1.500 millones de dólares en impuestos
La legalización no solo les quitaría parte del negocio, sino que podría dejar unos 1.500 millones de dólares en impuestos para un Estado que está ahogado por el déficit, más los ahorros que llegarían al eliminar la persecución y castigo de traficantes y consumidores.
Según cifras del gobierno de México, los carteles reciben hasta el 60 por ciento de sus ingresos del tráfico de marihuana. Desprovistos de estos recursos, sería más fácil contrarrestar su violencia y capacidad de corrupción.
"Legalizar la droga en EE. UU. implicaría más competencia para los exportadores mexicanos y márgenes más reducidos de ganancias", dice Mary Anastasia O'Grady, columnista de corte conservador en 'The Wall Street Journal'.
En la misma línea está Edward Schumacher-Matos, del 'Washington Post' para quien los opositores están dejando de ver el bosque por ver la yerba. "Es entendible que a los padres de familia nos preocupe que la legalización pueda estimular el consumo entre nuestros hijos.
Pero este un asunto de manejo, como en el caso del alcohol. Las drogas ya están allí de todas maneras y lo que hace la legalización es golpear a las pandillas, evitar que jóvenes vayan a la cárcel y reducir la violencia", afirma Schumacher-Matos.
Pero los argumentos en contra también son poderosos. La administración de Barack Obama, que está totalmente en contra de la iniciativa, se ha valido de un reciente estudio de la corporación Rand para desvirtuar los razonamientos económicos.
Según este, y para comenzar, los carteles recibirían solo un 25 por ciento de sus ingresos del tráfico de marihuana y no un 60 como alegan los otros. El grueso de sus ingresos, dice, viene de la venta de drogas más lucrativas como la cocaína y la heroína que seguirán siendo ilegales.
Además, si se tiene en cuenta que California solo representa el 4 por ciento de su mercado -el resto está en los otros 49 estados del país-, la legalización los privaría de una minúscula parte de su emporio.
En otras palabras, para que el algo así funcionara en términos económicos, la marihuana tendría que ser legalizada en todo el país y también en México.
En una entrevista reciente, Dan Restrepo, Consejero de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, le decía a EL TIEMPO que la administración no tiene interés alguno en caminar por la senda de la legalización y que continuará aplicando las leyes federales.
Choque de trenes
Bajo estas, la producción, distribución y consumo de la droga está prohibida y es castigable con cárcel. Lo cual, por lo visto, genera un choque de trenes entre el estado y el gobierno federal.
Paralelamente está el argumento moral y de corresponsabilidad. Para muchos países, especialmente los productores, no tiene presentación -hipócrita, paradójico, han dicho algunos- que EE.UU. exija combate a muerte contra las drogas, mientas sus estados si la permiten y hasta se lucran de ellas.
"Es muy probable que la gente en otros países ya no quiera pelarse a muerte por un producto que va a ser legal al otro lado de la frontera", opinaba hace poco José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA.
En Europa la lectura es un poco distinta. En una edición reciente la revista Economist aplaudía el debate californiano, pues, a su juicio, las drogas, como el alcohol, deben ser tratadas como un problema de salud pública que no se cura con cárceles y sanciones.
Y también está el argumento de siempre: que la marihuana es la puerta de entrada a drogas más fuertes y por lo tanto su legalización terminaría envenenando a la sociedad. Sea cuales sean las razones -morales, económicas, o de salud-, es seguro que la Proposición 19 de California, si llega a pasar, generará un debate hemisférico y quizá mundial sobre el futuro de la lucha contra las drogas.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WashingtonCorresponsal de EL TIEMPO
FONTE: http://www.eltiempo.com/mundo/estados-unidos/el-estado-de-california-prende-debate-mundial-sobre-las-drogas_8192940-4
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